ENTRENAMIENTO EN NIÑOS Y ADOLESCENTES

El entrenamiento de fuerza en niños siempre ha sido un tema que ha causado controversia, normalizando mitos y creencias con los que tenemos que acabar cuanto antes. El entrenamiento de fuerza en niños obtiene una función muy importante ayudando al desarrollo físico y psicosocial del niño. Entre un 50%-65% de los niños presentan déficits corporales en la musculatura de todo el cuerpo, conllevando esto a futuros problemas o patologías. ( Weineck, 2005).

Cabe destacar que cuando hablamos de entrenamiento de fuerza en niños, no solo hay que pensar en ello como un entrenamiento realizando una sentadilla con su 1RM.

Desde su nacimiento un niño comienza a desarrollar la fuerza con el simple movimiento de cambiar de postura. A medida que se va desarrollando, el niño va adoptando nuevas posturas, y comienza a ponerse de pie, agacharse… con lo que sigue aplicando fuerza constantemente. Esa es una de las razones por las que a partir del octavo año mas o menos, los niños presentan un déficit de fuerza en el tren superior en comparación con el inferior, debido a que toda la fuerza que han aplicado ha estado orientada a esos movimientos  aplicando mayor fuerza con las piernas que con el torso,  y de ahí la importancia de comenzar a trabajar la fuerza del tren superior.

Del mismo modo, en los primeros años, el objetivo tiene que ser ayudar al desarrollo óptimo, ayudando a mantener la postura, la coordinación, la técnica…etc.

En la revisión de Peña, Heredia, Lloret, Martín, & Da Silva-Grigoletto (2016), podemos ver que el entrenamiento de fuerza debe iniciarse en edades tempranas, siempre teniendo en cuenta el desarrollo del niño, y potenciando este entrenamiento en la pubertad, donde las ganancias de fuerza crecen exponencialmente debido a diversos factores y esto ayuda a prevenir futuras posibles lesiones.

Hasta los 15 años aproximadamente, este aumento de la fuerza se da de manera paulatina, pero alrededor de esta edad, el aumento de la fuerza se dispara exponencialmente, sobre todo en los niños, consecuencia de hormonas anabólicas como la testosterona. Analizando estas diferencias entre sexos, en un estudio de Ramos, Frontera, Llopart, & Felicano, (1998) , se puede observar, que los niños tienen niveles de testosterona mucho mayores que las niñas, mientras que las diferencias en la hormona del crecimiento (GH) no son significativas. Además Faigenbaum, Avery, Kramer & Blimkie, (2009) añaden también que junto a la testosterona, la androsterona y la androstenediona son responsables de ese desarrollo muscular.

Fuente: Ramos, E., Frontera, W., Llopart, A., & Felicano, D. (1998). Muscle Strength and Hormonal Levels in Adolescents : Gender Related Differences. (p.528). Sports Medicine, 526–531.

Existe evidencia de que se da un aumento de la fuerza muscular con la edad, junto con la maduración neurológica y una mejora de la capacidad motora. Los niños muestran un aumento de fuerza en la primera edad, y un aumento más lento de la misma al final de la adolescencia. Al principio las ganancias de fuerza en las niñas son similares a la de los niños, la diferencia la marca la pubertad como hemos visto anteriormente donde se disparan los valores en los niños, a diferencia de en las niñas que sigue creciendo paulatinamente.

BENEFICIOS DEL ENTRENAMIENTO DE FUERZA EN NIÑOS.

Cantidad de veces se ha oído hablar de que entrenar la fuerza en edades tempranas puede tener un efecto negativo en el crecimiento del niño, y que en consecuencia la estatura que se puede alcanzar se reduce. Después de buscar evidencia al respecto, podemos decir que no existe evidencia que respalde esa información, por lo que no hay de que preocuparse.

Es cierto que los deportistas de alto nivel que se dedican a deportes de fuerza no suelen ser extremadamente altos, pero eso puede deberse a que siendo mas “bajos” tienen mejores palancas, y el propio deporte hace que sean esos los que lleguen más arriba.

Además de no afectar en el crecimiento del niño, el entrenamiento de fuerza aporta múltiples beneficios los cuales son interesantes tanto a corto, medio y largo plazo.

En primer lugar, como podemos ver en un estudio realizado por Faigenbaum, Lloyd, & Myer (2013), se puede observar como un estilo de vida sedentario puede tener impacto en la salud a largo plazo.

Fuente: Faigenbaum, A. D., Lloyd, R. S., & Myer, G. D. (2013). Youth Resistance

Training : Past Practices , New Perspectives , and Future Directions. (p.560). Pediatric Exercise Science, 25(4), 591–604.

Como podemos ver en la cascada de resultados inversos del estudio mencionado anteriormente, una menor fuerza muscular conlleva efectos negativos en la salud.

Otro de los claros beneficios que se puede obtener a través del entrenamiento de fuerza es el de un cambio en la composición corporal. En un estudio realizado por Faigenbaum, Zaichkowsk, Westcott, Micheli & Fehlandt (1993), se dieron los siguientes resultados: Después de llevar a cabo un programa de entrenamiento de fuerza, el grupo que lo realizó obtuvo ganancias de masa muscular significativas en comparación al grupo control, sobre todo en el contorno muscular, que aumento de (+2.4% vs. +3.9%).

La osteoporosis es una enfermedad que afecta a la densidad mineral ósea, cosa que como sabemos desde hace tiempo se puede prevenir mediante el efecto positivo que conlleva entrenar la fuerza. Hay estudios como el de Kannus et al. (1995), que demuestran como tenistas que habían comenzado en la pubertad obtuvieron valores hasta 4 veces superiores en la masa ósea que los que habían comenzado 15 años después. Este es un beneficio muy a tener en cuenta, ya que con ello se pueden prevenir enfermedades, y evitar futuras lesiones.

Haciendo alusión a un estudio de un autor mencionado anteriormente, Faigenbaum (2000) , concluyó que un entrenamiento de fuerza bien diseñado, además de no afectar en el crecimiento, puede generar unas adaptaciones positivas de las que los niños y niñas pueden beneficiarse, y son las siguientes: Mejorar la densidad ósea, la composición corporal, el número de lípidos en sangre y algunas medidas psicológicas.

Además de eso, uno de los beneficios que se le otorga a este tipo de entrenamiento es el de un menor índice de lesionabilidad. Un programa de entrenamiento bien diseñado e individualizado, conlleva los beneficios en la salud mencionados anteriormente, además de mejoras en el rendimiento de cara al deporte.

CONCUSIONES:

  • El entrenamiento de fuerza en niños no se relaciona con problemas en el crecimiento.
  • Entrenar la fuerza a estas edades conlleva mejoras en la composición corporal.
  • El entrenamiento de fuerza se relaciona con mejoras en la masa ósea.
  • Este tipo de entrenamiento ayuda a prevenir enfermedades y evitar futuras lesiones.

Contenido por Beñat Arocena

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BIBLIOGRAFÍA:

  • Weineck, J. (2005). Entrenamiento Total. Book (Vol. 1).
  • Peña, G., Heredia, J. R., Lloret, C., Martín, M., & Da Silva-Grigoletto, M. E. (2016). Iniciación al entrenamiento de fuerza en edades tempranas: Revisión. Revista Andaluza de Medicina Del Deporte, 9(1), 41–49.
  • Ramos, E., Frontera, W., Llopart, A., & Felicano, D. (1998). Muscle Strength and Hormonal Levels in Adolescents : Gender Related Differences. Sports Medicine, 526–531.
  • Faigenbaum, Avery D. Kramer, W. Blimkie, C. (2009). Youth Resistance Training: Updated Position Statement Paper From The National Strength And Conditioning Association. Journal Strength Conditioning Research, 23(5), 60–79.
  • Faigenbaum, A. D., Lloyd, R. S., & Myer, G. D. (2013). Youth Resistance Training : Past Practices , New Perspectives , and Future Directions. Pediatric Exercise Science, 25(4), 591–604.
  • Faigenbaum, A. D., Zaichkowsky, L. D., Westcott, W. L., Micheli, L. J., & Fehlandt, A. F. (1993). The Effects of a twice-A-Week Strenght Training Program on children. Pediatric Exercise Science, 5(4), 339–346.
  • Kannus, P., Haapasalo, H., Sankelo, M., Sievanen, H., Pasanen, M., Heinonen, A., …Vuori, I. (1995). Effect of Starting Age of Physical Activity on Bone Mass in the Dominant Arm of Tennis and Squash Players. Annals of Internal Medicine, 123(1), 27–31.
  • Faigenbaum, A. D. (2000). Strength Training by Children and Adolescents, 19(4), 593–619.