Poste del post: Hipertrofia Excéntrica: ¿Vale la Pena Priorizar la Fase Excéntrica en el Entrenamiento?

¿Descanso activo o pausa total? Cómo definir el descanso en base a tu objetivo

Aunque solemos fijarnos más en las series, las repeticiones y las cargas, en el entrenamiento hay un elemento silencioso que muchas veces se pasa por alto: el descanso.

Ese espacio entre series no es un paréntesis sin valor, sino una parte activa de la sesión que condiciona tanto el rendimiento inmediato como las adaptaciones a largo plazo. La cuestión es, ¿es mejor quedarse quieto entre serie y serie (pausa total) o mantenerse en movimiento con actividades ligeras (descanso activo)?

La respuesta no es tan sencilla como elegir uno y descartar el otro. La saiens nos muestra que cada estrategia tiene beneficios y limitaciones, y que la elección depende en gran medida del objetivo.

Pausa total vs. descanso activo: qué son y cómo influyen

Cuando hablamos de pausa total, nos referimos a detener por completo la actividad entre series. Quieto, parado, culo en un cómodo bosu (que para sentarse sobre blandito sí que vale). Esta estrategia facilita la recuperación de las reservas de ATP y fosfocreatina, que son la principal fuente de energía en esfuerzos cortos y máximos.

Estudios como el de Bottaro et al. (2010) o el de Schoenfeld et al. (2016) muestran que, gracias a esta recuperación más completa, los descansos largos y totales permiten mantener el rendimiento en ejercicios de fuerza máxima y, además, optimizar las ganancias de fuerza e hipertrofia.

Por otro lado, el descanso activo consiste en realizar actividades suaves durante la pausa, ya sea caminar, movilidad ligera o pedaleo suave en bicicleta estática. Este enfoque tiene un efecto diferente a nivel fisiológico. Se ha demostrado que ayuda a acelerar la eliminación de lactato y otros metabolitos (Godfrey et al., 2009), mantiene más elevado el consumo de oxígeno y la frecuencia cardíaca (Farinatti y Castinheiras, 2011), y puede aumentar el gasto energético de la sesión. Además, algunas personas lo perciben como una manera de “mantener el ritmo” y no desconectarse entre series.

Sin embargo, no todo son ventajas. El descanso activo puede interferir en la recuperación necesaria para afrontar series muy demandantes. En ejercicios de alta intensidad, añadir movimiento en la pausa puede reducir el rendimiento posterior y limitar las adaptaciones de fuerza. Por eso, no se trata de elegir cuál es “mejor”, sino de entender que cada tipo de descanso responde a un propósito distinto.

El factor clave: tiempo y objetivo del descanso

Más allá de la dicotomía entre moverse o quedarse quieto, lo que realmente determina la eficacia del descanso es su duración y su relación con el objetivo del entrenamiento.

La evidencia científica es clara en este punto. Henselmans y Schoenfeld (2014) y Grgic et al. (2017) señalan que los descansos largos (2–3 minutos o más) suelen ser superiores a los cortos cuando se busca maximizar tanto la fuerza como la hipertrofia, permitiendo completar más repeticiones con cargas altas y mantener la calidad del estímulo. En la misma línea, Schoenfeld et al. (2016) comprobaron que los descansos de 3 minutos favorecen mayores ganancias musculares frente a descansos de solo un minuto.

Ahora bien, los descansos de menos de un minuto no carecen de sentido. Son útiles cuando el objetivo es resistencia muscular, aumentar la densidad del entrenamiento o trabajar bajo fatiga. En estos casos, el descanso activo puede incluso aportar beneficios al sostener un mayor componente cardiovascular.

Existe también un enfoque intermedio, la autorregulación del descanso. Investigaciones como la de Do Carmo et al. (2018) han mostrado que permitir que el propio atleta seleccione el tiempo de pausa en función de su percepción de recuperación puede mejorar tanto el rendimiento como la adherencia al entrenamiento.

En resumen:

  • Fuerza máxima → Pausas largas (3–5 min), preferiblemente totales.
  • Hipertrofia → Descansos moderados (2–3 min), mayoritariamente totales, aunque un descanso activo ligero puede ser compatible.
  • Resistencia muscular → Descansos cortos (<1 min), con cabida para el descanso activo.
  • Salud y acondicionamiento general → Según preferencias, sensaciones y contexto.

Aplicación práctica para el descanso y conclusión

Llevar esto a la práctica es sencillo si tenemos claro el objetivo y resulta importante evitar los extremos. No se trata de entrenar sin descansar ni de perder el tiempo mirando el móvil entre series. El descanso es parte del entrenamiento, y gestionarlo bien marca la diferencia en el progreso.

En definitiva, ni el descanso activo ni la pausa total son intrínsecamente mejores. Ambos son herramientas que, bien utilizadas, se adaptan a distintos objetivos y contextos. Aprender a gestionar el descanso con la misma atención que ponemos en elegir la carga o el número de repeticiones es dar un paso hacia un entrenamiento más inteligente.

Al final, algo tan simple como cómo descansas entre series puede marcar la diferencia en tus resultados. Y este es solo un ejemplo de lo que pasa cuando miramos el entrenamiento con lupa: detrás de cada decisión hay ciencia, lógica y una biomecánica que conviene entender de verdad.

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