En el mundo del entrenamiento de fuerza e hipertrofia, siempre hablamos de fases excéntricas y concéntricas en los ejercicios.
Sin embargo, hay dos formas de expresión de la fuerza que suelen quedar en segundo plano frente al protagonismo de las anteriores: la fuerza isométrica y la fuerza reactiva.
Y quizá te sorprenda porque nunca has visto a Ronnie Coleman entrenando así, pero el papel de estas fuerzas puede ser clave para optimizar tanto el desarrollo muscular como el rendimiento explosivo, si sabemos cómo y cuándo integrarlas en la planificación.
En este artículo analizamos qué son exactamente estas manifestaciones de fuerza, qué adaptaciones generan y en qué momentos del entrenamiento resultan más eficaces.
¿Qué es la fuerza isométrica?
La fuerza isométrica se caracteriza por la generación de tensión muscular sin movimiento visible, es decir, sin cambio en la longitud del músculo ni desplazamiento articular (Kraemer, 2006). A pesar de esa aparente «quietud», esta forma de contracción implica una activación muy elevada del sistema neuromuscular, especialmente en fibras rápidas (tipo II).
¿Por qué puede ser tan efectiva la fuerza isométrica para el entrenamiento?
El entrenamiento isométrico ha demostrado inducir mejoras significativas en fuerza, potencia y capacidad de salto (Riquelme et al., 2024), además de favorecer una hipertrofia localizada debido a:
- Una tensión mecánica alta y sostenida, que estimula vías anabólicas como mTOR.
- Un tiempo bajo tensión prolongado, con reclutamiento continuo de unidades motoras.
- Una mejora en la rigidez tendinosa, que optimiza la transmisión de fuerza a nivel articular (Güllich & Schmidtbleicher, 2002).
Ahora bien, conviene matizar que, aunque los métodos isométricos y reactivos pueden inducir hipertrofia muscular, no deben considerarse equivalentes en volumen total de adaptación al trabajo excéntrico-concéntrico tradicional, que sigue siendo la vía más ampliamente respaldada por la literatura para provocar aumentos significativos de masa muscular en términos generales. Su valor reside más bien en su especificidad y capacidad para complementar el estímulo mecánico principal, no en reemplazarlo.
Además, la fuerza isométrica actúa como una bisagra ideal entre etapas de fuerza máxima y fases de potencia, al reforzar patrones de tensión en rangos articulares específicos que luego serán transferidos a movimientos más rápidos o explosivos.

¿Qué es la fuerza reactiva?
La fuerza reactiva, por su parte, se manifiesta cuando el sistema neuromuscular es capaz de aprovechar la energía elástica acumulada en una acción excéntrica para liberarla en una contracción concéntrica inmediata. Este ciclo estiramiento-acortamiento (CEA) es el motor de acciones explosivas como saltos, sprints o lanzamientos (Verkhoshansky & Siff, 2011).
¿Cómo puede potenciar el rendimiento deportivo la fuerza reactiva?
Se entrena principalmente a través de métodos pliométricos, drop jumps o ejercicios balísticos, y tiene como objetivo optimizar:
- La capacidad del músculo para almacenar energía potencial en la fase excéntrica.
- La liberación de esa energía en la fase concéntrica, mejorando potencia y eficiencia mecánica (Tagliaferri, 2019).
La saiens apunta a que este tipo de entrenamiento favorece una hipertrofia “funcional”, con un desarrollo de fibras tipo IIb y mejoras notables en la elasticidad de los elementos pasivos (como tendones), aspectos críticos para el rendimiento en deportes de alta velocidad o impacto (Villamil & Ayala, 2019; Robledo, 2023).

Diferencia entre fuerza isométrica y reactiva
Adaptaciones neuromusculares y estructurales: caminos complementarios
Ambas formas de fuerza estimulan adaptaciones relevantes tanto a nivel neural como estructural:
- La fuerza isométrica mejora la coordinación intramuscular, la frecuencia de disparo motora y el reclutamiento de fibras rápidas en ángulos articulares específicos (Häkkinen, 2004).
- La fuerza reactiva, por su lado, potencia los reflejos miotáticos, la coordinación intermuscular y reduce el tiempo de acoplamiento entre fases excéntrica y concéntrica (Ríos et al., 2002).
A nivel muscular, la isometría tiende a generar hipertrofia localizada (especialmente sarcomérica), mientras que el trabajo reactivo estimula un crecimiento más global, con mejora en la longitud de las fibras y adaptaciones en la estructura tendinosa (Verkhoshansky, 2011).
Desde el punto de vista del desarrollo muscular, podemos distinguir dos grandes tipos de hipertrofia (Kraemer, 2006; Boeckh-Behrens & Buskies, 2004):
- Sarcomérica o funcional: incremento de miofibrillas y fuerza real.
- Sarcoplasmática: aumento de volumen celular sin mejora proporcional de fuerza.
Aunque no está claro que realmente puedan darse de manera aislada, el trabajo isométrico parece favorecer la hipertrofia sarcomérica por su alta tensión mantenida. Esto lo hace especialmente interesante en fases de readaptación de lesiones o cuando se quiere trabajar sin riesgo de movimiento articular excesivo.
La fuerza reactiva, por su parte, genera cierta hipertrofia como consecuencia colateral de un entrenamiento más enfocado en rendimiento, al tiempo que mejora el uso eficiente de esa masa muscular en tareas de velocidad y potencia. Verkhoshansky (2011) ya proponía como secuencia ideal de desarrollo:
Fuerza máxima → Isométrica → Reactiva
Cada fase prepara la base neuromuscular y estructural de la siguiente, permitiendo una transferencia óptima hacia el rendimiento.

El poder de una planificación inteligente del entrenamiento
Tanto la fuerza isométrica como la reactiva ofrecen beneficios específicos y complementarios. Integrarlas de forma secuencial y con criterio permite desarrollar una base estructural robusta, mejorar la eficiencia neural y optimizar la transferencia hacia el rendimiento explosivo.
En principiantes o procesos de readaptación, el trabajo isométrico permite progresar de forma segura y efectiva. En atletas avanzados, la fuerza reactiva ayuda a explotar el potencial elástico y a alcanzar una hipertrofia no meramente estética, sino con aplicación directa al deporte.
En definitiva, una programación bien estructurada que incluya estas dos manifestaciones de la fuerza puede marcar la diferencia entre el desarrollo muscular y una mejora real del rendimiento deportivo.

La biomecánica respecto a la fuerza isométrica y a la reactiva...
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